- Anya, ¿De verdad estás segura de tu decisión? -preguntó el señor Urinn un tanto decepcionado de la decisión que tomaba Anya.
- ¡Estoy totalmente segura! Agradezco mucho la confianza que ha depositado en mí, pero en definitiva, no puedo aceptarla, me gusta este país, tengo una vida con mi pareja y no puedo simplemente dejarla por esto. -dijo Anya muy segura de sus palabras.
El señor Urinn miró a Anya, sonrió de medio lado, pues conocía la historia de su madre, sabía que la historia se estaba repitiendo y el mismo error estaba sucediendo.
- ¡Esta bien! Sé que tienes motivos muy fuertes para rechazar la oferta, me hubiese encantado que Europa conociera tu talento, pero respeto tu decisión. -dijo el señor Urinn levantando un dedo. – Solo me gustaría darte un consejo, tómalo o déjalo, que tu vida nunca gire en torno a alguien, tu vida te pertenece, no es de nadie más, lo que hagas o decidas, lo debes hacer por ti y no por alguien más, ¡Recuérdalo!
- ¡Gracias por entenderlo, señor Urinn!
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