- ¿Por… ¿Por qué hiciste eso? -preguntó Dayana asustada.
- ¡Porque se lo merecía! Un hombre, un verdadero hombre, jamás diría esas cosas. No sé qué clase de hombre crees que sea, pero eso que ves ahí tirado, no lo es, es un simple escuincle que no ha crecido, que no ha madurado, es un niño que está atrapado en el cuerpo de un hombre. -dijo Heinrich con seriedad.
- No quiero que te busques problemas, tú no deberías meterte en esto… No me gustaría que, por mis problemas personales, salieras afectado. -dijo Dayana con preocupación en la voz.
- Te lo voy a decir una vez y grábatelo muy bien, Dayana, sé cuidarme solo y si hice esto es porque ¡Me interesas, Dayana!
Ya no soy un niño, ya no tengo edad para andar jugando a ver si funciona o no… A mi edad, he aprendido a ser más directo y te voy a decir esto nuevamente: ¡Me interesas! Sé que no será nada fácil, pero me interesa el paquete completo, no solo lo que puedo obtener de ti, ¿Me explico? -dijo Heinrich con una seriedad que sorprendió