Tras aquella larga noche, Anya despierta, mira hacia la ventana, se ve sola en la habitación, se lleva las manos al rostro y comienza a llorar.
Ella sentía un enorme hueco en el pecho, la calidez de su vientre ya no estaba ahí. Su mente estaba plagada de culpas, sí, pues si ella se hubiera quedado en casa, nada de esto hubiera sucedido.
Anya se sentía culpable, pues si ella hubiera seguido en casa, todo estaría bien. Ella no tenía ninguna razón por la que haber regresado a Juilliard, más cuando ellos le habían dado permiso.
Aquel llanto silencioso, poco a poco se fue haciendo ruidoso, ella se golpeaba a sí misma, el dolor que sentía era mucho, la desesperación, la frustración la hicieron entrar en crisis.
Las alarmas de la habitación se encendieron, por lo que un grupo de enfermeras entraron y fueron atacadas por aquella fúrica mujer, que no sabía cómo canalizar su dolor.
Theodore se encontraba varios pisos abajo, pues le habían llamado para revisar los resultados de los estu