"Mi ser está siendo llevado al límite, no sé cuánto más pueda soportarlo"...
"Cierra los ojos y escucha mi voz, Misael. Todo estará bien si dejas que él también la escuche".
"Él no quiere escucharte esta vez, Dolly, él quiere algo más"...
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Guillermo Martínez, doctorado en botánica, observaba la flor bajo una lupa, con la misma concentración con que Sara y Max lo miraban a él. En su oficina, aromatizada por las rosas que languidecían en un jarrón sobre el escritorio, había pinturas de flores. La del fondo mostraba a unas flores blancas que parecían manchadas de sangre oscura, como la que había salpicado la alfombra de la casa de la colina.
El experto se levantó a coger un libro de la repisa de la izquierda. Buscó en el índice y hojeó rápidamente.
—Aquí está. La flor que me trajeron es de una especie de sándalo.
Por instantes, el lobo fantasma reflotó en las mentes de Sara y Max, que intercambiaron miradas cargadas del mismo sentimiento de expect