Aníbal
Aunque me lo negó... aunque juró que no iba a saltar, esa imagen seguía martillándome en la cabeza.
Decidí ir a buscar a Pierre. Era lo correcto, ¿no? Informar. Avisar.
"Tu esposa se fue a casa y no quiere compañía." Un protocolo simple. Un reporte nada más.
Caminé hacia la mesa donde lo había visto por última vez, rodeado de sus socios y con la rubia oxigenada pegada al hombro. Pero ya no estaba ahí.
Ni él. Ni ella.
Fruncí el ceño. Me detuve, eché un vistazo a mi alrededor, escaneando las entradas y salidas del lugar. Fue entonces cuando lo vi.
Ricardo.
El jefe de seguridad y gorila personal de Pierre estaba de pie junto a una puerta discreta en el costado del restaurante.
No tenía uniforme, sus brazos cruzados, su espalda recta y la mirada tensa lo delataban. Estaba custodiando algo.
O a alguien.
Me acerqué con paso firme. Él me vio venir, pero no se movió.
—¿El señor Moreau está ahí? —pregunté, señalando con la barbilla hacia la puerta.
Ricardo se encogió de hombros.
—No s