Lo único que deseo es que vuelvas a mí.
Por Ethan Scott
¿Qué haces cuando tu hija le pide a santa para navidad un unicornio morado? O peor ¿Cuándo tus mellizos le piden un hermanito a ese viejo vestido de rojo?
Esos eran nuestros dilemas el día de hoy.
—Con Sophia será más fácil, amor— me dice mi reina abrazada a mi pecho después de intentar lograr el segundo deseo de navidad. Bueno, en realidad después de tener una noche de sexo desenfrenado y de haber huido por unas horas del estrés que tenemos todos los días.
—Sabemos que Gregory y William son demasiado intensos, mi reina y están muy pequeños para entender que ellos serán nuestros últimos bebés.
—Pero es cosa de hablarlo con ellos, son pequeños, pero inteligentes y podemos negociar alguna otra cosa que puedan querer.
—¿Te parece que lo hablemos mañana? Ahora quiero disfrutar estás horas de paz y tranquilidad que tenemos los dos solitos.
—Aww, que tierno te has puesto con el tiempo.
—Y tu más apetecible, mi reina.
—¡Ethan!
Nos volvi