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InicioÁmame tú
Ámame tú

Ámame túES

Romántica
Virginia Camacho  Completo
goodnovel16goodnovel
9.9
Reseñas insuficientes
40Capítulos
63.5Kleídos
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Resumen
Índice

Sinopsis

RomanceMultimillonarioDramaProtectorAmor verdaderoorgullosoprotagonista trabajador

—Nunca encontrarás un hombre como yo —vaticinó Thomas, luego de ser sorprendido en la cama con otra—. Nunca un hombre te soportará todo lo que te tuve que soportar yo.Allegra se giró, con los ojos llenos de lágrimas, pero con un demonio dentro que pedía a gritos salir, y despedazar.—No, no encontraré a uno como tú, lo encontraré mejor, más guapo, más rico, y mucho mejor en la cama—. Thomas soltó una estruendosa carcajada.—Ah, ¿sí? Dime, preciosa, ¿y cómo va a ser eso? ¿Cuánto tiempo crees que lo vas a mantener interesado en… —la miró de arriba abajo como el carnicero que desaprueba una pierna de cerdo verde— …ti?—Hombres hay muchos, Thomas Matheson. Y yo, definitivamente me merezco algo mejor que tú—. Dio media vuelta encaminándose al ascensor privado.—Te doy tres meses para que encuentres a ese dechado de virtudes —Allegra se detuvo sin darse la vuelta—, más guapo, más rico y mejor en la cama. Pero es una apuesta tonta y juego a ganar. Nunca tuviste otro novio aparte de mí, y apenas si aprendiste a besar. De todos modos, en tres meses iré a verte, espero ser presentado cordialmente.La apuesta estaba hecha, y por nada del mundo Allegra iba a perder, así le tocara hacer trampa.

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Último capítulo

  • 39

    —¿Qué es todo esto? ¡Por Dios! ¿Trabajo para una familia o para un circo? –Exclamó Edna, mirando hacia el jardín.Dos niños idénticos, de cabellos oscuros y ojos azules, con apenas veintidós meses de edad cada uno, correteaban de un lado a otro mientras un par de adolescentes idénticos, de unos trece años, los perseguían con la manguera de agua abierta y rociándolos.—¡Paul! Kevin! ¡Dejen de hacer eso! ¡Jesucristo! Tenía a esos dos diablillos listos para la visita del abuelo Haggerty ¡y miren lo que hicieron!—Haz que ellos mismos los vistan de nuevo –le aconsejó Nicholas, tirado en una tumbona con lentes de sol y una revista en las manos, ignorando la

  • 38

    Duncan estaba a punto de enloquecer.En la mañana no había podido contestar la llamada de Allegra por culpa de su montaña de trabajo, el teléfono móvil timbró y timbró, y cuando al fin pudo contestar, ella había colgado. Le devolvió la llamada tan pronto como le fue posible, pero luego fue ella la que no le contestó.Llamó a la mansión para hablar entonces con Edna, y ésta muy tranquilamente le dijo que había salido a su cita con el médico. Luego intentó contactar a Boinet, pero tampoco le fue posible, así que se preparó para acudir a la cita con Worrell, de todos modos, aunque con un mal presentimiento, pues sólo una vez en el pasado ella había estado tan incomunicada, y no quería ni recordar todo lo que

  • 37

    Despertó y se quedó quieta, tal como había aprendido que había que hacer en esos casos. Pero luego se desesperanzó al recordar que todos esos cursos de defensa personal los había recibido junto con el que ahora era su secuestrador.De todos modos, intentó no mover un musculo y que su respiración no la delatara. Entreabrió los ojos y se encontró sentada, con las muñecas atadas con cinta y la boca sellada. En derredor no había nada, ni un mueble, sólo suciedad.Cuánto tiempo había estado inconsciente? Una hora? Dos? Sentía que aún llevaba su reloj en la muñeca, pero le era imposible mirarlo para saber cuánto tiempo había pasado desde que fueron atacados en el coche.El cab

  • 36

    Cumpliendo su promesa, Duncan salió temprano de su oficina, o lo más temprano que pudo, y salió de inmediato en su Audi hasta su apartamento de soltero, donde se ducharía y se cambiaría de ropa para ir a verla. No era cosa de ir al encuentro con su mujer con los mismos trapos de esa mañana, y su apartamento estaba más de camino que su casa.Al llegar a la mansión Whitehurst, Boinet lo condujo a una de las terrazas de la mansión. La noche era fresca, pero el sitio era cálido gracias a una chimenea exterior. Los muebles eran de hierro forjado y cristal, lo que le daba un ambiente rústico, cálido y acogedor.—No conocía este lado –le dijo al verla. Ella llevaba una blusa negra ancha, con una V profunda en la espalda. No llevaba sostenes, wiiii…<

  • 35

    Haggerty miró a la pareja muy complacido consigo mismo. Estaban sentados juntos en un mueble frente a él en su oficina de la Chrystal, y no le había pasado por alto los cuchicheos que se alzaban fuera mientras los tres hablaban. Ya una secretaria lo había interrumpido con la excusa de hacerle firmar un papel, sólo para echarle una buena ojeada a la pareja que mantenía sus manos entrelazadas.—Bueno, sabía que al final me besarías los pies –se ufanó el anciano, perfectamente seguro de que si estaban unidos de nuevo era gracias a su “gestión”, como prefería llamar al secuestro de Duncan.—No digas tanto. Me golpearon y casi me rompen los huesos, además, estuve enfermo tres días porque no tuviste la delicadeza de climatizar esa habitaci&oa

  • 34

    Allegra despertó con un suspiro, de esos que sueltan los niños cuando se han quedado dormidos llorando.Miró alrededor y se quedó quieta; no reconocía del todo aquella habitación.—Buenos días, princesa –era la voz de Duncan. De hecho, estaba sobre él en un sofá.Se recostó de nuevo sobre su cuerpo, besando su pecho amplio a través de la camiseta que llevaba puesta. Era una lástima que él estuviera tan enfermo, pues deseaba con toda su alma desvestirlo para volver a estudiar su cuerpazo como lo había hecho hacía cuatro años.—Es real, estás aquí –susurró

  • 33

    —Estar enfermo es un asco –dijo Duncan, molesto, y escuchó la risa de Allegra.Estaban tirados en el piso con moqueta, abrazados, pero él estaba débil todavía.Quería con toda su alma hacerle el amor, pero entre que las drogas le producían sueño, y le dolían todos los huesos del cuerpo tanto por la paliza, como por el malestar, no había podido continuar con el juego de besos y caricias en el que Allegra lo había metido tan seductoramente.—Recupérate, y te haré el amor otra vez.—Mmmm… ¡cuánto te he extrañado!—No más que yo –él se echó a reí

  • 32

    Cuando llegaron al video que ambos habían visto cuatro años atrás, ella se puso en pie dirigiéndose al televisor. Al ver sus intenciones, él la detuvo.—¡Ese maldito! –Exclamó Allegra en un grito de aflicción—. ¡En cuanto lo vea lo mataré! ¡Esta vez te juro que no fallaré y lo mataré!—Ya, ya. Lo encontraremos y le haremos pagar.—¡Pero mira lo que me hizo! ¡Por su culpa! ¡Por su egoísmo!Duncan la abrazó fuertemente.Ella empezó a llorar de nuevo y él no dejó de abrazarla, masajearle la espalda y consolarla. Él también sintió

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40 chapters
INTRODUCCIÓN
Ámame tú/Virginia Camacho
INTRODUCCIÓNAsí como estaba, no parecía Allegra Whitehurst, la gran heredera de la Automotriz Chrystal.Así parecía, más bien, una transeúnte más.Lágrimas negras recorrían sus pálidas mejillas, y su boca iba torcida en un rictus amargo, de quien no puede contener un sollozo más.Y no pudo. Sin mirar atentamente dónde se sentaba, dejó que sus lágrimas corrieran, y los sollozos se escaparan. ¿Qué importaba la gente que miraba? Ninguno de ellos la conocía, había seguido el consejo de sus padres de ser más bien anónima ante el mundo y no atraer la atención sobre sí misma ni sobre su for
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1
Ámame tú/Virginia Camacho
  —Esa cara me dice que hoy tampoco hubo suerte— Dijo Kathleen Richman mirando a su hijo llegar y quitarse el impermeable para dejarlo sobre un gancho al lado de la puerta. Duncan la miró como disculpándose. Debajo del impermeable, llevaba un traje con corbata. Era la enésima entrevista de trabajo a la que iba, y la enésima en la que le decían: “Ya lo llamaremos”. —Creo que causé una buena impresión al jefe de área. Incluso llegamos a bromear de las constantes lluvias esta semana. —Ajá –Dijo Kathleen con tranquilidad, intentando no llevarle la contraria para no desanimarlo más de lo que él ya estaba, aunque intentaba disimularlo— Ven aquí, siéntate, ya te caliento tu sopa.

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2
Ámame tú/Virginia Camacho
    —Cuántos currículums. Ayer apenas si pude hacer un par de entrevistas –dijo Allegra, mirando las más de diez carpetas con la información de muchos hombres solteros apiladas sobre el escritorio de madera. Edna no la miró fijamente. Aquellas carpetas las había hurtado en complicidad con una secretaria del departamento de personal de la Automotriz Chrystal. Pero aquello era probablemente un delito federal y moriría en el infierno si Allegra se daba cuenta. —Sí, quizá tengas más suerte esta vez. Había sido su nana desde que había nacido; En aquella época Edna tenía 14 años, pero los Whitehurst acudían a ella cuando la niña hacía sus berrinches tan graves que ni la señora ni el señor podían controlarla. Cuand
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3
Ámame tú/Virginia Camacho
 Unas puertas dobles se abrieron y antes de entrar, Edna lo hizo inclinarse para que ella pudiera susurrarle algo al oído:—Quédese quieto aquí, mi jefa vendrá a usted. Haga todo lo que ella le diga, y si no sabe usar los tenedores, por favor, sólo mire a los demás, no es tan difícil.Extrañado ante esas recomendaciones, la miró ceñudo otra vez, pero Edna desapareció tras las puertas dobles. Se hizo consciente entonces de la música de cámara, de la cháchara de los presentes y que todos, exactamente todos, iban vestidos con ropas que en alguna ocasión debieron lucir modelos en alguna pasarela de Milán.El salón estaba ricamente panelado de arriba abajo, y en
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4
Ámame tú/Virginia Camacho
 Duncan encontró a su madre sentada en el sofá, frente al televisor encendido con volumen bajo, y dormida.—Eres una pena de mujer –susurró sonriendo, y se inclinó a ella para alzarla en brazos y llevarla hasta la cama.—Te vas a herniar, Tim –dijo ella entre sueños.—Lo haría con gusto por mi chica —contestó él, y la vio sonreír, aún dormida.Luego de dejarla en la cama y arropar a los gemelos, entró a la cocina a destapar ollas y cacerolas. Sólo había consumido un trago de su copa de vino y nada más. Moría de hambre.Afortunadamente había
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5
Ámame tú/Virginia Camacho
  Luego de cerrar la puerta, Duncan dejó escapar el aire. Allegra corrió hacia él. —¿Cómo te fue? ¿Fue muy horrible? ¿Sigues vivo? –él sonrió. —Cómo se ve que lo conoces. —Bueno, ha sido algo así como un padre sustituto. —Sí, algo de eso me dijo. Pero no te preocupes, tengo empleo. —Gracias al cielo –sonrió Allegra. Duncan la miró fijamente. —Tengo el presentimiento de que nos está mirando. —Sí, está asomado a la ventana que da aquí. —Bueno, entonces se hace obligatorio… —Se i
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6
Ámame tú/Virginia Camacho
—¿Que hiciste qué? –gritó Edna Elliot abriendo grandes los ojos— ¡Cuando dijiste que ibas a casa de ese hombre, estaba segurísima de que lo hacías con Boinet! ¿Dónde estaba él de todos modos? ¿Cómo es que permitió que fueras sola a un sitio así? —No fui sola, fui con Duncan –contestó Allegra con tranquilidad, recostándose en el diván que estaba a los pies de su enorme cama en su enorme habitación. –Además, todo el mundo exagera, el cine y la televisión exageran. La casa de Duncan es muy decente, muy normal. —Me imagino. —Son muy agradables. Tiene hermanos gemelos, ¿sabes? Son morenitos, así como él, encantadores. —Allegra, ten cuidado. —¿Cuidado con qué?
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7
Ámame tú/Virginia Camacho
“Allegra Whitehurst, la heredera de la automotriz Chrystal, y muchos otros negocios del mismo campo, fue vista anoche del brazo de un desconocido, que, según nuestras muy confiables fuentes, es su nueva pareja. Se les vio bastante cariñosos durante la velada del cumpleaños de Arnold Ellington. ¿Será este el nuevo gran amor de la Whitehurst? ¿Será definitivo su rompimiento con Thomas Matheson?” —¡Dime qué significa esto, y cómo permitiste que pasara! –Bramó George Matheson observando a su hijo cambiar de colores mientras este leía la nota en el diario. No había esperado que ese noviecito le durara mucho, pero ya había empezado a causarle problemas. —Allegra y yo… no estamos en el mejor momento— dijo, ocultando todo lo demás. No podía, por ningún motivo, darle a entender a su padre que esa relación había acabado.

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8
Ámame tú/Virginia Camacho
—¿Por qué estamos aquí?—Porque usualmente los novios acompañan a las novias a hacer sus compras.—¿Dónde dice eso?—En el manual no escrito de una pareja feliz.Duncan hizo rodar sus ojos en sus cuencas. Odiaba ir de compras. Lo odiaba realmente. Sobre todo, si era al lado de una mujer. Kathleen le había enseñado bien, oh, Dios, y sólo recordarlo era una tortura.Su madre se enamoraba de todo, se quejaba de los precios, se medía, se probaba, preguntaba, se entusiasmaba, y luego salía de la tienda alicaída porque le había quedado muy grande, o muy chico, o el color no le había sentado tan bien
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9
Ámame tú/Virginia Camacho
Allegra llegó a casa de los Richman ese domingo a las 9:00 a.m. con un enorme cesto que Boinet dejó en la puerta. Duncan acababa de salir de la ducha y, con el cabello aún mojado, le abrió la puerta. Ella pasó arrastrando la cesta, que parecía pesada, y él la alzó con un brazo. —¿Qué traes aquí? —Refuerzos. —¿Piensas hacer trampa? —Nunca dijiste que no podía traer un poco de ayuda. Duncan fisgoneó dentro de la cesta y se ganó un manotazo de Allegra. —¡Auch! ¿Qué hay allí que no quieres que vea? —No es tu problema. ¿No te vas ya? ¿No te vas a donde tus amigotes a perder el tiempo mientras yo
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