Karim apretó sus puños, sintiendo el escozor del herido. Sus ojos flameaban por la rabia.
Sacó su móvil de su jean y tecleó en la pantalla. En un par de segundos recibió lo que había pedido. Luego giró el aparato hacia ella.
Jaya enfocó su vista, y sus ojos se abrieron de par en par.
En la imagen, una señora muy parecida a ella, vestida también de jean, botas y un anorak morado oscuro, caminaba por las calles de Nueva York llevando consigo un carrito de compras hecho de tela, el cual rodaba como una maleta.
Jaya la vio llegar a su apartamento, desaparecer a través de la puerta principal del edificio. La estaban vigilando, la tenían en la mira.
—Cuatro horas menos que acá, y aún mi suegra está haciendo compras. Curioso —dijo Karim, guardando su móvil en el bolsillo trasero de su jean. Se inclinó hacia ella, Jaya apenas respiraba—. Si no haces lo que te pido, la mato. —Se enderezó y salió de allí.
Jaya gruñó con fuerza, sus lágrimas volvían a caer.
Karim respiraba con dificultad