Daniel la miró con ojos gélidos.
—No es asunto tuyo.
—Señor Caballero, solo quería ofrecerme amablemente a mostrarle el camino —replicó ella con expresión contrariada.
—No es necesario —Daniel siguió caminando sin detenerse.
Leticia observó cómo se alejaba, pataleando de rabia, pero aun así lo siguió.
—Señor Caballero, mañana es su cumpleaños. ¿Podría darme una invitación? —pestañeó, mirándolo con fingida inocencia.
Desafortunadamente, esta vez Daniel ni siquiera le dedicó una mirada y continuó caminando directamente hacia la sala de consulta psicológica.
Leticia se quedó mirando su espalda, momentáneamente aturdida. Conocía esa dirección; él no venía a buscar a Vivian, sino a Silvia.
Ya había sido bastante humillante rebajarse a pedir una invitación, y Daniel ni siquiera le había concedido un momento de atención.
¡Todo era culpa de Silvia!
Si no fuera por ella, nada de esto habría pasado y los Ferrero seguirían recibiendo invitaciones como siempre.
En la sala de consulta psicológica,