—Señorita Somoza, se ve hermosa hoy —elogió Martín con una mirada sin malicia, solo con pura admiración.
—Gracias.
—¡Señorita Somoza! ¡Suba al auto! —Martín le abrió caballerosamente la puerta trasera.
—¿Viniste a recogerme? —preguntó mientras caminaba.
Martín esperó a que se sentara dentro.
—Daniel me pidió que la recogiera. Jorge lo atrapó en una conversación y no pudo venir él mismo.
Cerró la puerta y se sentó en el asiento del conductor.
—Gracias —sonrió Silvia.
En el Hotel Perla, el salón de más alto nivel había sido reservado como lugar para la celebración de los Caballero.
Era un despliegue aún mayor que la vez anterior, incomparable con el cumpleaños de Leticia.
Como era el cumpleaños de Daniel, habían asistido personalidades importantes, algunas atraídas por el prestigio de los Caballero, otras por el propio Daniel.
Daniel seguía soltero y sin novia, lo que lo convertía en un candidato ideal para muchas familias distinguidas.
Aunque todos habían oído hablar más o menos de Silv