La enfermera miró a Daniel nerviosa, ¿habría cometido un error?
—Sí, puedes retirarte —respondió él.
Cuando la enfermera se marchó, Silvia miró a Daniel indignada: —Tú... tú acabas de...
—¿Qué hice? ¿Escuchaste lo que dijo ella? —Daniel la miró con expresión sugerente.
Incluso se pasó la lengua por la comisura de los labios. Silvia, furiosa y avergonzada, se dio vuelta en la cama ignorándolo.
Qué vergüenza; los habían visto, y encima la enfermera pensaba que eran novios.
Su cara ardía de vergüenza, mucho más roja que cuando tenía fiebre.
Lo que más le molestaba era que Daniel se acercó inmediatamente, mirándola con una sonrisa.
Sabiendo que le costaba moverse, extendió el brazo y le golpeó el hombro. El sonido del golpe la asustó incluso a ella.
—¿Por qué no lo esquivaste?
—No me dolió —Daniel sonrió levemente y dejó de provocarla, atendiendo una llamada telefónica.
Al colgar, su expresión se tornó sombría.
Silvia notó el cambio: —¿Qué sucede?
—Se han llevado a la hija de Laura —respon