— ¡Mientes! ¿Cómo podría el director tomar una decisión sin consultar a la junta directiva? ¡No olvides que somos miembros de ella! —reprendió Roberta.
Silvia ya no tenía paciencia para ella y respondió con fastidio:
— ¿Acaso has olvidado que aquí hay otro miembro de la junta directiva?
Al mencionar a Daniel, Roberta no se atrevió a decir más.
Fátima se acercó nuevamente y habló con voz suave:
— Señorita Somoza, este asunto tiene fácil solución. No es necesario llegar a estos extremos. Los Ferrero no abandonarán a Leticia. ¡Sé generosa y perdónalos!
— ¡Cállate! ¿Qué tienes tú que ver en esto? No eres parte de los Ferrero, así que no me digas qué hacer. Estoy harta de ti. Fuiste tú quien tomó mi teléfono, ¿verdad?
El corazón de Fátima se aceleró:
— No sé de qué hablas.
— Deja de fingir. Supe que fuiste tú quien se llevó mi teléfono ese día. Te sugiero que me lo devuelvas pronto o simplemente deshazte de él. De lo contrario, puedo informar a la policía que mi teléfono se ha perdido.
Sant