Días después me presenté en casa de Isabel sin previo aviso. Su madre quedó encantada y su padre como de costumbre no decía mucho. Me saludó dándome la mano como los hombres, y me invitó a tomar asiento informándome que Isabel estaba por llegar.
- Se va a poner muy contenta --- decía su madre con una sonrisa de oreja a oreja. Nos estuvimos entreteniendo una hora larga hablando de todo un poco y cuando ya decidía mentalmente que era tiempo de irme, escuché una voz muy suave.- ¿Me lees un cuento?--- su vocecita acarició mi alma como nunca nadie lo había hecho. Sin articular palabra, dejé atrás la silla y me fui detrás de ella. Casi corría con sus pequeños pies, se le notaba la felicidad en el comportamiento. Sonreí cómo un bobo pensando que algún día tendré un hijo tan dulce con Isa, mi Isa. "Haré lo que sea para que ella sea mía."--- pensé, y más bono no podía ser , ya que ella ni me dirige la mirada. - Érase una vez .. - Esa parte ya me la sé...me la lee mi