Lo ocurrido por la mañana me hizo estar distraída durante toda la mañana. Sentí como si hubiera dos pequeñas figuras peleando en mi cabeza.
Una me decía:
—Mira, en realidad sí le importas, incluso recuerda el día que se conocieron por primera vez.
La otra me decía:
—Hace poco ni siquiera recordaba que eres de la misma universidad que él, ¿cómo va a recordar ese día? Seguro que le preguntó a Rodrigo o a alguien más. ¡No vayas a caer en la locura del enamoramiento!
Al mediodía, dejé a un lado esos pensamientos enredados y acordé ir a la cafetería a comer con Olaia.
En el pasado, solíamos pedir comida para llevar o salir a comer fuera. Pero después del embarazo, ni siquiera quería dar un paso extra, y la comida para llevar no me parecía tan fresca y limpia como la de la cafetería, así que empecé a comer algo aquí como el almuerzo.
Cuando llegaba a la zona de oficinas, parecía que alguien había traído el almuerzo, y de pronto ese olor a comida me causó fuerte náusea, así que salí corrien