Prisionera del Mago

Prisionera del MagoES

Romance
Última actualización: 2022-12-01
Selena Zambrano  En proceso
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9.9
56 Reseñas
64Capítulos
57.8Kleídos
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Resumen
Índice

Rosseta por orden de su despiadado padre fue entregada como ofrenda al malvado mago Albuz, con la única condición de que el eterno invierno llegara a su fin y tener paz. Él acepta a la insípida hada y su ira calma, pero recae con gran fuerza en ella, teniendo en mente extinguir la poca luz que le queda convirtiéndola en una prisionera. Al pasar del tiempo se da cuenta que su duro corazón por primera vez empieza a latir, cosa que es extraña para él - Albuz, toma la mano de tu esposa. - habló Golfo, tenía que iniciar con la ceremonia. - No será necesario. - respondió con una voz de destello a horror. - sólo pon los anillos y termina con esto de una maldita vez por toda. - agregó molesto. Golfo acostumbrado a sus malos humores no lo contradijo y ordenó a su aprendiz que lo hiciera. El muchacho tembloroso tomó los anillos que se encontraban sobre un cojín. Ambos eran de oro, pero sólo uno de ellos estaba hechizado para que no quemara la piel de Rosseta. Con mucho cuidado los puso frente a la pareja. Albuz con tal de liberarse en cuanto antes, tomó el anillo que le correspondía a Rosseta y se lo puso en el dedo anular con algo de brusquedad. Rosseta observó el anillo de Albuz, era su turno de hacerlo, en cuanto las yemas de sus dedos tocaran aquel metal de oro, se quemó y lo soltó al instante. - Maldita sea. - gruñó Albuz con un semblante bastante duro y arrugado que provocaba miedo indefinido. Tomó el anillo él mismo y se lo colocó, miró para donde Golfo y habló. - doy por terminada esta boda. - fueron sus últimas palabras que resonaron con gran fuerza por todo el palacio. Dio media vuelta y se alejó a pasos grandes.

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Capítulo 1

Eterno invierno

En lo más alto de la torre, tras los barrotes y el frío intenso por el invierno eterno, estaba Rosseta tratando de no sentir dolor, ardor o frío, mientras sus extremidades estaban atadas a cadenas de bronce que quemaban sus tobillos y muñecas. Como hada, todo metal la lastimaba hasta el punto de quemar su piel.

- Hasta que el invierno termine. – repetía una y otra vez esas palabras. – hasta que el invierno termine. – si el invierno daba su a fin, Rosseta sería libre de las cadenas, eso le dijo su padre cuando la encerró. – Tú puedes Ross, tú puedes. – dijo débil, cansada y sedienta, luchando por sobrevivir como lo había hecho por dieciséis años.

Todas las noches subía una sirvienta a alimentarla y curar de las heridas ocasionadas por las cadenas. Era una perdida de tiempo, cuando lo hacía volvía a encadenarla por orden de su rey y las cicatrices volvían una y otra vez. No era sanación, era una eterna agonía que nunca terminaba, era su castigo por matar a su madre.

Las alas habían sido arrancadas de su cuerpo desde pequeña sin contemplación, convirtiéndose en una simple hada que jamás iba a volar y que jamás iba a conocer la luz del sol.

El rey decidió encerrarla desde que nació en un calabozo tras la muerte de su esposa. El sexto parto fue complicado, esa noche sólo una sobrevivió y esa fue Rosseta.

- Su majestad.- habló la partera sosteniendo una bebe recién nacida en sus brazos. – es una niña.

El rey ni siquiera la vio, su mirada estaba concentrada en la reina, quien yacía inmóvil con el rostro palido y sin vida sobre la cama.

- Aléjala de mi vista y enciérrala donde no pueda verla. – fue una orden, la más cruel de todas.

La partera asintió con pesar y llevó a la bebe al final de la torre. Era muy pequeña, no iba a resistir a las bajas temperaturas del invierno e iba a morir de hambre. Pudo convencer al rey de llevar a un hada, quien recién había dado a luz para que alimentará de la pequeña.

El rey lo pensó y aceptó con la finalidad de hacer de su vida un calvario. Arrebataría hasta la última gota de vitalidad de Rosseta hasta que llegara su hora de morir. Iba hacer que se arrepienta por haber nacido.

Una vez al día, iba el hada a alimentarla hasta que Rosseta tuvo la edad suficiente de ingerir alimentos sólidos. Padecía sola dentro de cuatro paredes donde el frío se sumergía hasta penetrar sus huesos y la oscuridad la acompañaba.

En el cumpleaños número tres le arrancaron las alas por orden del rey. Cuando cumplió cinco, fue encadenada, sintiendo el agobiante fuego quemar en su piel. Y en su cumpleaños número doce como regalo, el rey le mando a beber un brebaje que la dejaría estéril, con eso extinguiría la descendencia de Rosseta.

- Sólo bebe uno. - dijo la sirvienta enseñando dos frascos. Ella le dio la posibilidad de elegir a espaldas del rey. - uno tiene la pócima de dejar infertil, el otro es agua. Ambos tienen el mismo sabor y mismo color, pero sólo uno es el correcto o incorrecto. - los dejó en el suelo, caminó hasta salir de la celda, sin antes dejarla bajo llave y se marchó. Era decisión de Rosseta.

Rossera observó los dos frascos, ambos similares. Definitivamente estaba decidida a nunca ser madre, no iba a condenar a un hijo fruto de su vientre a ese calvario de sufrimiento. Sin pensarlo dos veces, bebió ambos, asegurando el no futuro de un bebe.

Desde entonces ha sido obligada a padecer en cadenas y barrotes rodeada por el sufrimiento, pero manteniendo la esperanza de que pronto el eterno invierno llegara a su fin y ella pueda salir del calvario al que había sido enviada y sentir la primavera en su piel como siempre lo había soñado.

Sentada en el sucio suelo abrazándose así misma, mientras su piel se quemaba por el metal y sus huesos se dolian por el frío abrazador, escucha pasos acercarse. Era la misma y única sirvienta que siempre la visitaba, ni siquiera sus cinco hermanas se atrevían a ir. No tenían compasión por ella, también la culpaban por quedar huérfanas.

La sirvienta caminó donde ella, sacó las llaves que guardaba en el bolsillo y la liberó de las cadenas.

- No es de noche. – Rosseta habló con una voz cansada, ni siquiera podía tocar las muñecas o tobillos, tenía que esperar hasta que la sirvienta la curara con aguas de hiel y sales que quemaban como un el fuego.

- Hoy se termina el invierno. – habló y ofreció agua para que bebiera. Luego tomó las manos de Rosseta y empezó a curar. Ella mordió sus labios al sentir la hiel y sales entrar en su carne viva, era la peor parte. Ya tenía que estar acostumbrada, pero cada vez se volvía mas difícil, era como si le pusieran un ingrediente más amargo que otro. – el rey y hermanas esperan verte. – dijo, mientras limpiaba.

- ¿Hoy saldré? – preguntó emocionada olvidando por completo aquel espantoso dolor.

La sirvienta asintió con algo de pesar, su mirada era lo contrario a estar feliz. Terminó por quitarle aquel sucio vestido hecho por prendas de rechazos y bañó su cuerpo con trapos húmedos hasta limpiar la piel. Le hizo una trenza en los cabellos amarillos, adornó con algunas flores, le dio un nuevo vestido de color blanco con ligeros despliegues al final y zapatillas negras.

- Póntelo, el rey espera.

Rosseta por primera vez en su vida tenía algo nuevo, encantada se lo puso y bajó con ella hasta donde la esperaban. Mientras lo hacía observó el palacio de las hadas. Un lugar que antes de la maldición del mago, escondía dentro un hermoso bosque con las más perfumadas flores y estrabagantes criaturas, ahora está marchito, frío y oscuro. Caminó hasta llegar a lo que era un salón, ahí sentado en el trono estaba el rey Constantino, rodeada de sus cinco hermanas con las alas en alto. Hermosas Hadas con las ropas más elegantes y peinados exóticos. Cada una con un color diferente representando a los poderes otorgados por la naturaleza. En cuanto la vieron entrar dejaron de sonreír. Pero había alguien más, un hombre de al menos 28 años, su piel blanca, que se escondían bajo las ropas oscuras que lo cubrían de pies a cabeza, mirada penetrante que provocaba miedo, de ojos negros como la noche profunda y vacía, descalzo, cabellos largos color negro azabache y semiondulados. En el dedo anular se ubicaba un gran anillo con una hermosa piedra, mientras que su mano sostenía un bastón con un diamante oscuro al final, la fuente de su poder.

Rosseta decidió caminar hasta acercarse a ellos e hizo una reverencia sin hacer contacto visual.

- Feliz cumpleaños número dieciséis, Rosseta. – dijo el rey Constantino sin despegar su mirada de ella. – te prometí que saldrías en cuanto el invierno termine y cumplo con mi palabra. – sonrió y volvió a decir feliz. – Eres la ofrenda para ponerle fin a este frío invierno. Hoy dejas este reino, hija mía, para ir a vivir con Albuz, quien se encargará de ti de ahora en adelante y nos devolverá la primavera.

Rosseta se quedó fría por las palabras del rey. Abandonar su hogar era un sueño, pero no sabía que había más allá de ese sueño a lado del mago. Simplemente asintió con su mirada ante las palabras de su padre, aceptando la petición.

El rey también asintió y se dirigió al mago.

- Ahora cumple con tu palabra Albuz, libéranos del invierno que yo ya te di a mi hija como lo querías.

Albuz levantó el bastón por los aires, ni siquiera habló. Un gran rayo oscuro salió disparado por los cielos, desvaneciendo la nieve y finalmente los liberó del eterno invierno, donde el sol hacia su presencia a igual que la primavera.

- Cumplí mi palabra. – la voz de Albuz fue un estallido de lamentos para todos. – ahora me llevo a tu hija y nunca la volverás a ver.

- Hazlo, hazlo pronto. – dijo el rey sonriendo por ver el regreso de la primavera. Miró a Rosseta y le habló como una despedida, ya que no iba a verla nunca más. – Deseo de todo corazón que tengas una vida corta. Sabrás que yo fui más piadoso contigo de lo que él lo será.

Rosseta una vez más se quedó en silencio. Si su padre hablaba de ser piadoso con ella, no imaginaba su nueva vida a lado de Albuz. Caminó sin mirar a su familia que estaba feliz porque se iba y se detuvo cuando estuvo a lado del mago.

Albuz observó serio a la simple Hada que le habían dado como ofrenda. Respiró con fuerza y con una voz desgarradora donde se podían escuchar los mil infernos le dijo despiadado.

- Tu sufrimiento apenas esta empezando. – alzó una vez más el bastón por los aires y ellos desaparecieron, dejando un humo espeso en su ausencia.

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9.9 / 10.0
56 Reseñas · 56 bookdes.reviews
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Edith Páez
UNA DE LAS POCAS HISTORIAS QUE ATRAPAN AL LECTOR...UNA VERDADERA LASTIMA QUE LA ESCRITORA LA HALLA DEJADO INCONCLUSA
2024-02-21 07:35:10
4
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Yaniz Peralta
una tristeza que esta historia no continuara
2024-01-28 14:00:30
2
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Marbella
continua con la historia no la dejes : (
2023-11-13 13:48:21
1
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Yisel Alexandra So
una historia tan hermosa y no la terminaron
2023-10-18 23:11:19
2
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Gabriela Rengifo
continuarás con la historia.
2023-08-10 11:46:13
0
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Marbella
continuaras con la historia? : (
2023-07-13 03:43:21
0
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Yisel Alexandra Soto
linda historia y quedó en el olvido
2023-06-11 14:35:35
0
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Edith Páez
ES UNA LASTIMA ESTABA MUY BONITA LA HISTORIA...QUE MAL QUE QUEDÓ INCONCLUSA
2023-04-15 08:18:23
2
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Andara Brito
Feliz día tomate tu tiempo vas bien esperare con gran alegría cuando lo termines exito
2023-01-25 23:18:55
1
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Celia Moral López
Hola Selena, puede ser que estés pasando por un no muy buen momento y que te esté afectando en tu día a día. Simplemente me gustaría saber si, en algún momento, retomaras ésta maravillosa historia o ya la abandonas. Es un pelín frustrante entrar todos los días y ver que no actualizas. Gracias
2022-12-27 15:39:22
10
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Tracy Notario
hola cuando actualizas
2022-12-14 13:58:34
2
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Estela Moreno
que sean más rápida las actualizaciones x fas
2022-11-23 00:21:06
0
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Yulin Herrera
fascinante historia, me encanta esta obra cada capitulo es emocionante, gracias querida autora le pones mucha pasión a tus escrituras
2022-11-19 21:06:59
1
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gisselle de beras
demasiado espera para tan pocos capítulos y tan cortos, así se pierde el hilo. lo siento muy buena tu historia pero no puedo seguir leyendo así, y más con tantas faltas ortográficas.
2022-11-11 19:52:36
0
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Edith Páez
se tardan mucho en subir los capítulos se pierde el hilo y hay que releer
2022-11-06 01:50:02
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64 chapters
Eterno invierno
Corazón de un Hada
El abrazo del sufrimiento
Volviendo a la torre
Noche
Sentencia
Huir para sobrevivir
Últimos días
Licántropos
Delirios
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