Cuando no soy la persona que soy ahora. Cuando mi espíritu es arrastrado por una fuerza incalculable, extraída de los más recónditos abismos de mi alma. Arrastrado atrás en el tiempo, donde sólo la memoria de la sangre puede llegar. Arrastrado por miles y miles de años. Adentrándome por los lóbregos laberintos más allá de los registros históricos, puedo desentrañar de las penumbras de los abismos del tiempo, épocas remotas muy distantes ya cuando el mundo era joven, y las tierras eran muy distintas, hace unos 12000 años...
Leer másLa noche pasó sin fiestas ni bullicios. Medreth se recuperaba en su cama con las atenciones de los médicos hallstatios y los cuidados mágicos de Sadrach. Lupercus practicaba con su espada en los jardines y los turanios proseguían con sus prácticas licenciosas.Lupercus decidió descansar de la práctica y se fue a dormir, aunque algo lo interrumpiría camino a su habitación.Su olfato era prácticamente lobuno y cuando el hedor de un turanio le llegó a su nariz, algo le hizo sospechar...—Turanios... —se dijo— por aquí... Pero sus habitaciones están lejos. La única habitación cercana es... ¡Dioses! —Lupercus corrió hacia los aposentos de Medreth que estaban cerca.Se asomó por la ventana y observó tres figuras encapuchadas que se introducían furtivamente en la lóbrega
Todo el día siguiente lo pasaron en medio de la cotidianeidad. Hasta los turanios parecían cansados del bullicio y el exceso. Se realizaron ritos fúnebres para todos los guerreros caídos el día anterior, cuyos cuerpos serían enviados a sus familias al final del Torneo —para así enviar los once cuerpos de los perdedores juntos.Lupercus despertó sólo, pues Ofidia había partido antes del amanecer y se dedicó a entrenar. Medreth y Shing-Lao continuaron cultivando su amistad, y Valkor compartió con su familia lo que quizás fueran sus últimos momentos.Al amanecer del siguiente día se dio nuevamente la rifa de combates con el siguiente resultado anunciado por el Rey:—Valkor y Grodh, Lupercus y Ofidia, Medreth y Shing-Lao...Esas fueron las irónicas condiciones de los nuevos enfrentamientos; Medreth debía li
La noche llegó y cada combatiente afrontó de forma diferente el descanso de la dura faena del día. Aunque todos recibieron atención médica de los mejores expertos de Midgard traídos con ese propósito a Hallstatt, sus actividades nocturnas variaron mucho.Shing-Lao, la Tigresa de los Bosques de Bambú, meditaba apaciblemente en su habitación sentada en posición de loto y con abundante incienso frente a la imagen de sus dioses orientales. Aún cuando parecía concentrada en su meditación, la katana que yacía en la funda en su espalda estaba más que preparada para resurgir contra cualquier enemigo...Valkor el Búfalo ya tenía sus heridas vendadas y presentaba cierta dificultad para caminar, pero se emborrachaba alegremente con su familia y amigos, así como con muchos admiradores que llegaron a felicitarlo. Los enanos que acompañaban
Una hora después ocurrió el combate entre Medreth y el centauro Ekiros.La Hija del Dragón recibió un fuerte aplauso y una acalorada bienvenida del público. El centauro tuvo respaldo sólo de los otros centauros.La lucha empezó casi de inmediato ambos utilizando sus espadas, si bien el centauro tenía un arco con flechas reposando en sus espaldas. Para cualquiera era tarea difícil combatir a un centauro por su tamaño y peso, pero Medreth no era una rival ordinaria y fue capaz de contrarrestar adecuadamente los embates del híbrido.Éste optó por alejarse cabalgando de la wilusiana y cuando estuvo algo alejado preparó su arco y sus flechas y bombardeó a Medreth con ellas.Medreth se cubrió con su escudo pero las flechas de Ekiros no eran comunes; eran grandes y gruesas como lanzas, así que una de ellas hirió su
Una hora después aconteció el encuentro entre Grodh y Gilwen. Mientras que el cerdo turanio sólo tuvo el apoyo de sus diez seguidores y unos pocos turanios presentes en el Coliseo, la elfa recibió una calurosa ovación de aplausos.Gilwen saludó a Grodh con una leve reverencia propia de los elfos y Grodh simplemente escupió el suelo diciendo:—¡Vas a morir, perra!El combate se suscitó muy pronto, pero Grodh era obeso y pesado y su espada difícilmente podía siquiera aproximarse a Gilwen quien la esquivaba con una velocidad sobrehumana. La mujer se alejó un poco y extrajo algunas flechas de su funda y las colocó sobre su arco. Su puntería era más que excelente, especialmente por su visión de águila heredada de su sangre élfica, pero las flechas eran retenidas por el grueso escudo del turanio, quien aún as&iacut
Medreth pronto supo como era que los hallstatios lograban solventar los gastos del encuentro, pues gente de todo lo largo y ancho de Midgard viajaban a presenciar la competencia. El costo de la entrada era oneroso y sólo los ricos eran capaces de costearlo, por lo que muchos de los espectadores eran reyes, altos ministros y militares de alto rango. En la entrada de la boletería había un letrero escrito en varias lenguas que advertía “No nos hacemos responsables por flechas o lanzas perdidas durante la contienda ni por ninguna herida que puedan sufrir los espectadores producto de las batallas acontecidas en el Coliseo de la Muerte”.Durante la noche se realizó un banquete en el palacio real con los doce guerreros. La fiesta era importante pues, era claro que muchos de ellos morirían al día siguiente y que probablemente sólo uno sobreviviría la totalidad del campeonato.En el sal&oacut
Último capítulo