Capítulo 1Arya.Nunca he confiado en las noches sin luna. Son pesadas, silenciosas, como si el cielo escondiera un secreto que nadie más debe saber. Aún así, ahí estaba yo, haciendo lo que toda Omega debe hacer: servir. No porque quisiera, ni porque sintiera que es mi obligación. Sino porque, si no lo hacía, la manada encontraría otra excusa para hundirme más de lo que ya lo hace cada día.La choza de la partera Ofelia desprendía un fuerte olor a sangre, sudor y miedo. Tres cosas que conocía demasiado bien.Euvic gritaba desde la cama, con las piernas abiertas y los dedos apretando con fuerza la manta. Yo sostenía un cuenco de agua caliente mientras la partera intentaba que el cachorro naciera fuerte, sano... vivo.—Empuja más fuerte —ordenó Ofelia, aunque su tono carecía de esperanza.Euvic me miró de reojo, con ese desprecio que siempre tenía preparado para mí. No tenía por qué odiarme, pero lo hacía porque yo era la hija de la mujer que le arrebató el privilegio de ser la única Lu
Leer más