Ocho años habían pasado desde que el mundo cambió para siempre, y yo había aprendido que algunos horrores se desarrollan lentamente, como veneno que se filtra gota a gota hasta que un día despiertas y te das cuenta de que todo lo que amas está contaminado.Encontré a Nyx en el claro donde solíamos entrenar, pero no estaba practicando sus habilidades de combate como esperaba. Estaba arrodillado junto al arroyo, completamente absorto en algo que tenía entre las manos. Cuando me acerqué lo suficiente para ver, el aire se me atoró en la garganta.Un conejo pequeño, aún vivo pero inmóvil, yacía en sus palmas. Sus ojitos oscuros parpadeaban con terror mientras Nyx examinaba metodicamente cada una de sus extremidades, presionando aquí y allá con la curiosidad clínica de un cirujano.—Nyx —mi voz salió más áspera de lo que pretendía—. ¿Qué estás haciendo?Mi hijo de ocho años levantó la mirada hacia mí, y por un momento terrible, fue como mirar a un extraño. Sus
Leer más