Mundo ficciónIniciar sesiónEl despertar llegó con el amanecer, pero no fue la suave caricia de la luz matutina lo que me arrancó del sueño. Fue el fuego. Literalmente.
Mis ojos se abrieron de golpe cuando las llamas doradas comenzaron a brotar de mi piel como flores de luz pura. No quemaban. Al contrario, se sentían como el abrazo más cálido que había experimentado jamás. Mi cuerpo entero pulsaba con una energía completamente diferente a todo lo que había conocido.
Me incorporé lentamente, observando mis manos mientras la luz dorada las envolvía como guantes líquidos. Era hermoso. Era aterrador. Era completamente opuesto a la fría plata lunar que había definido mis poderes durante tanto tiempo.
—¿Qué me está pasando? —susurré, pero mi voz sonaba diferente. Más rica. Más profunda. Como si hubiera ganado armónicos que antes no







