Mundo de ficçãoIniciar sessãoEl cielo nocturno se desgarró como seda negra cortada por una navaja. Donde antes solo brillaba mi luna plateada, familiar y consoladora, ahora se alzaba una segunda presencia que me heló la sangre. Una luna roja, inmensa y pulsante, dominaba el horizonte oriental como una herida abierta en el firmamento.
Esto no es natural, pensé mientras mis ojos humanos luchaban por procesar lo que veía. La luna roja no solo era más grande que mi luna plateada; irradiaba una energía que me erizó la piel. Cada pulso de su luz carmesí enviaba ondas de poder brutal a través de la atmósfera, un poder que no conocía la compasión ni la sutileza que yo había aprendido a asociar con la magia lunar.
Nyx apareció a mi lado, sus ojos dorados fijos en el cielo sangriento. Ya no era el niño que había criado durante ocho años; a los dieciséis, se había convertido en







