Capítulo 11. Cómplices
Emily—¿Qué te parece este, hija? Es muy lindo, ¿cierto, Sophie?—Sí, lo es… ¿Te gusta, Mily? —¿Emily? ¡Emily!La voz de mi madre me saca de mi ensimismamiento. Frente a mí, ella y Sophie discuten emocionadas sobre los diferentes tipos de blanco que existen; sobre diseños de encajes; cuál corte me favorece más: ¿princesa o sirena? ¿Escote corazón, o francés? Mientras el catálogo de vestidos de novia se desliza entre sus manos, yo no puedo apartar de mis pensamientos a cierto chico pelinegro que me tiene completamente desconcertada.Debería estar ahí, opinando, soñando, eligiendo. Pero no puedo. No después de anoche.El recuerdo de Angelo se desliza por mi mente como una caricia prohibida; el roce de sus manos en mi cintura al ayudarme a bajar de la motocicleta. El recuerdo de sus dedos, firmes pero cuidadosos, y su voz grave diciéndome: «Sujétate bien. No me sueltes», provoca que el calor suba a mis mejillas de una forma que no debería sentir.«Estoy comprometida con su hermano», me
Leer más