Un mes después de su boda en la playa, los tres estaban preparando un viaje. Querían ir a París — el lugar donde vivió Sophia antes de volver a Aetheria, y también el lugar donde Lina pasó parte de su infancia con su madre.“Estoy nerviosa”, dijo Lina, mientras empacaba su maleta. “No he vuelto a París desde que mi madre murió. Hace cinco años.”“Estaremos contigo”, dije, abrazándola por la cintura. “Nada te pasará. Los tres juntos.”Elara entró en la habitación con dos tazas de té. “Traje tu té favorito, Lina. Para calmarte.”“Gracias, Elara”, dijo Lina, sonriendo. “Eres el mejor regalo que me ha dado la vida.”El viaje a París fue largo, pero agradable. Viajaron en avión privado — un regalo de la empresa por los buenos resultados. Cuando llegaron, el aire olía a pan recién hecho, café y flores. Era un día soleado, y la ciudad brillaba con luz.Se alojaron en un hotel pequeño en el centro, cerca de la Torre Eiffel. Esa tarde, fuieron a caminar por las calles. Lina se detuvo en frente
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