Dorian salió de la ducha todavía bufando, con una toalla atada a la cintura y el orgullo hecho pedazos.El agua fría había servido de poco.La imagen de Francine, arrodillada entre sus piernas, limpiando "inocentemente" cada rincón de la habitación, seguía grabada en su mente como una maldición.Pasó la mano por el cabello mojado, decidido a recomponerse.Pero al acercarse a la cama, el control se le escapó otra vez de las manos.Sobre la almohada, una hoja doblada cuidadosamente lo esperaba.Dorian la tomó, desconfiado, y la abrió despacio, como si ya supiera que el contenido no le traería paz.“Llevé mi uniforme a lavar, por si necesita que lo use de nuevo. Como sabe, soy una excelente profesional.”Él miró la nota unos segundos. Solo unos. Porque enseguida se echó a reír.Una risa seca, incrédula, cargada de rabia.— Mujer infernal.Arrojó el papel sobre la cómoda y se pasó la mano por el rostro, como si intentara deshacerse de un hechizo.Dorian miró de nuevo la nota.La leyó por
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