POV Dante Ferrari

«Maldita sea».

Ese insulto había sido un mantra mentalizado que ya se había convertido en parte de mi esencia. Durante las últimas tres horas no solo tuve que aguantarme a Isabella llamándome, también tuve que cumplir con una reunión de emergencia. Louisa me había enviado un mensaje, pero mi mente estaba tan concentrada en algo que ni siquiera tenía cabeza para responderle.

No ahora…

No en este momento, donde mi cabeza estaba poniéndose en una balanza.

¿Se debería juzgar a alguien por una estupidez de alguien “enamorado”? A pesar de que apenas tenía treinta y dos, todo esto me perseguía de una manera asquerosa. Era un pecado que siempre me había acechado, no solo por haber permitido ser débil, sino porque la única vez que cedí el control terminó en un desastre. Observé a Isabella desde el otro lado de la mesa, quien llevaba una uña hacia sus labios. Un gesto provocador e insinuante que antes adoraba, pero que en estos momentos me daba náuseas.

—Señor Ferrari, usted h