Collin se acostó esa noche sin esperar a Liam. Sabía que él estaba ocupado entrenando a sus lupinos, y el ambiente en la aldea cargaba con un peso extraño, el del desastre inminente.Por más que intentara apartar los pensamientos, su mente no le daba tregua. Tras largos minutos de inquietud, el sueño finalmente llegó.Y, con él, un sueño.Estaba en casa. Todo parecía tan real que incluso llegó a percibir el olor familiar de la madera húmeda en el aire. Colen estaba allí, sonriendo con aire burlón, como si se mofara de ella. Pero lo que realmente llamó su atención fue la figura junto a su madre.Un hombre.Alto, de cabello claro, pero su rostro… borroso, inalcanzable. Algo dentro de ella gritaba que se acercara, que lo tocara. Pero en cuanto lo intentó, su cuerpo se paralizó. El tiempo pareció detenerse a su alrededor.Y entonces, él se giró.Y en el instante en que lo hizo, ya no era un hombre. Era un enorme lupino blanco."Collin... Acepta tu destino."El susurro resonó dentro de ell
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