Eve llevó a Collin hasta donde las demás hembras de la aldea estaban reunidas. Explicaba pacientemente lo que todas debían hacer en caso de una invasión. Pasaron varios minutos de instrucciones hasta que, por fin, la conversación llegó a su fin.
Collin se acercó para ayudarla a recoger las bolsas esparcidas por el suelo.
"¿Las mujeres de aquí no luchan también?" preguntó, frunciendo el ceño.
Eve sonrió de lado.
"La mayoría de las hembras son omegas. No tenemos mucha habilidad en combate. Nos transformamos, sí, pero no somos rápidas ni demasiado fuertes."
"¿No es injusto para ti?"
Eve soltó una risa baja.
"Claro que lo es."
Collin la miró con curiosidad.
"¿Entonces nadie lucha?"
"Algunas sí. Algunas nacen con habilidades y se unen a los exploradores, pero es raro."
Collin suspiró, pensativa.
"Parece que la Diosa Luna fue dura con ustedes."
Eve la observó por un instante antes de responder:
"Les dejó la peor parte a los machos. Su transformación es más dolorosa, más intensa. Pierden el