La Mansión Montenegro brillaba esa noche como un palacio. Arañas de cristal colgaban del techo iluminando la mesa larga, cubierta con manteles de lino, copas de cristal y cubertería bañada en oro. El aroma de vino tinto y carnes finas impregnaba el aire. Todo estaba dispuesto para la cena oficial que sellaría la unión de las familias Montenegro y Suárez.Greeicy entró junto a Valentina, luciendo un vestido sencillo color marfil que contrastaba con los atuendos ostentosos del resto. Su cabello suelto y su maquillaje apenas perceptible eran un golpe de frescura en medio de tanta rigidez. No necesitaba joyas para brillar, y eso, aunque ella no lo supiera, era lo que más irritaba a Greta.Greta, por su parte, vestía de gala: seda roja ajustada al cuerpo, labios carmesí y un collar de diamantes que gritaba estatus. Se acomodó en la mesa, sonriendo como si ya fuese la dueña de la casa.Dylan se sentó en la cabecera, con su hija a la izquierda y Greeicy junto a ella. Desde su posición, podía
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