Después de que el último invitado se hubo marchado, Monique se volvió hacia su esposo, sintiendo su brazo rodearle la cintura. Percibió la suave caricia de su mano en su espalda.—¿Entramos? —preguntó él con voz suave cuando sus miradas se cruzaron.Ella sonrió y asintió. Luego, tomados de la mano, ambos entraron en la casa.Aquel día marcaba la bendición de su nuevo hogar, así como su primera noche en él. Habían decidido hacer la bendición antes de mudarse oficialmente, queriendo comenzar su vida juntos bajo una buena fortuna.Solo habían invitado a amigos cercanos y familiares, ya que la familia de él vivía lejos. Aun así, los habían llamado para felicitarlos por su nuevo hogar.Una vez dentro, Monique miró a su esposo, que se masajeaba el cuello.—¿Cansado? —preguntó con preocupación, al verlo agotado tras atender a los invitados. En los días previos a la bendición, él se había encargado de casi todos los preparativos, aunque ella le había ofrecido su ayuda. Había sido muy particip

—Babe, despierta.Monique se sobresaltó al oír la voz suave y cariñosa de su esposo. También sintió un leve toque en el brazo.—Despierta —repitió él.Abrió los ojos poco a poco al escuchar aquella voz que la sacaba del sueño. Su mirada se encontró de inmediato con el rostro atractivo de su marido, que la observaba desde arriba.Rayos. Despertar y ver la cara de su esposo como lo primero en la mañana era una sensación sorprendentemente maravillosa.Sonrió al notar que él ya estaba despierto y la miraba con ternura. —Buenos días, babe —la saludó con una voz cálida antes de inclinarse para darle un suave beso en la frente—. No quería despertarte, pero tienes que levantarte. Vas a llegar tarde a la clínica —le informó.Monique le devolvió la sonrisa y comenzó a incorporarse lentamente en la cama. Cerró los ojos un instante al sentir un ligero dolor de cabeza y llevó una mano a su sien.—¿Estás bien, babe? —preguntó su esposo, preocupado.Ella abrió los ojos y se encontró con su mirada ll

Monique alzó una ceja mientras su esposo colocaba las compras del supermercado en la alacena de la cocina. Luego se volvió hacia ella y notó cómo la comisura de su boca se curvaba en una sonrisa al mirarla.—¿Qué? —preguntó ella, encontrando su mirada.En lugar de responder, él se acercó. Ella dio un paso atrás, pero su esposo siguió avanzando hasta que ya no tuvo dónde retroceder: quedó con la espalda apoyada en la pared.La sonrisa de él se ensanchó al ver que ella no tenía escape. Entonces apoyó una mano en un lado de su rostro y no apartó la vista de ella.—¿Qué… estás haciendo? —inquirió ella, con el corazón latiéndole con fuerza; le parecía que él podía oír sus pulsaciones.Él acercó más su rostro; sus labios casi se rozaban. —¿Recuerdas lo que te dije antes? —dijo con voz ronca, su aliento cálido recorriendo su cara y haciéndola estremecer.—¿Eh? —balbuceó ella; no lograba recordar lo que le había dicho.Él sonrió de nuevo y se inclinó aún más, rozando su oído con los labios mi

Monique frunció el ceño al no poder comunicarse con su amiga Amy por teléfono. Claire la había llamado más temprano para invitarla a almorzar afuera junto con las demás. Hacía tiempo que las tres no salían juntas. Solían hacerlo con frecuencia, pero todo había cambiado desde que las tres se casaron. Claire incluso la había molestado diciendo que, si seguían así, terminarían olvidándose unas de otras. Le había pedido que llamara a Amy y a Cassidy, mientras ella se encargaría de contactar a Tameka y Shana.Monique logró comunicarse con Cassidy, aunque sabía que quizá tendría algunas reservas por sus asuntos del mundo del espectáculo, pero aun así lo intentó. Después de hablar con ella, trató de llamar a Amy, pero no consiguió comunicarse porque su celular estaba apagado. Así que decidió enviarle un mensaje de texto.Una vez enviado, llamó a su esposo para informarle. No quería que pensara que le ocultaba algo. Además, él podría pasar por su clínica, y no quería llegar tarde al almuerzo.

Al ver que ya casi era hora de irse, Monique apagó su computadora. Después ordenó los papeles dispersos sobre su escritorio. También sacó el cepillo de pelo del bolso y peinó su larga melena. Cuando terminó, se levantó de la silla giratoria, cogió su cartera y tomó el celular que estaba sobre la mesa. Antes de salir de la oficina se aseguró de que todos los enchufes estuvieran desconectados. Al comprobar que todo estaba apagado, apagó las luces y salió.Monique notó que Marisa también se preparaba para marcharse. —¿Todo bien, Marisa? —le preguntó.—Sí, señorita —contestó Marisa.—Muy bien. ¿Nos vamos? —propuso Monique, tendiéndole el brazo. Salieron juntas de la clínica y ella ayudó a Marisa a cerrar con llave.—¿No te va a recoger el señor Joshua, señorita? —preguntó Marisa al mirar a Monique una vez que terminaron de cerrar.Monique negó con la cabeza. —No, tiene una reunión tarde —respondió.—¿Entonces vas a tomar transporte público, señorita?Asintió. —Sí —confirmó. La reunión de