Valeria sentía que su plan estaba dando el resultado deseado, el pequeño espacio de poder que Leónid le había regalado era el comienzo de todo. Su plan duraría dos años, así como el contrato de matrimonio y luego, lo expondría al ridículo público como lo hizo él con su familia. La fiesta de los tres meses ya no era una simple celebración; era una declaración de su presencia. Si Leónid quería una esposa sumisa y controlada, le daría una esposa visible y ocupada.En la cocina de la mansión, el ambiente era inusualmente alegre. Nino se movía con la energía desbordante de un artista liberado, revisando las provisiones de champán y flores con gestos dramáticos.—Mira, mi diosa —dijo Nino, alzando una peonía de un color rosa intenso—, he conseguido este tono exacto que contrasta con el mármol, pero sin ser demasiado chillón. La vajilla va a ser una exquisitez de la casa Hermès, por supuesto, porque somos ricos, pero tenemos buen gusto.Valeria sonrió, sintiendo la ligereza de la complicidad
Leer más