[CONTINUACIÓN]Salgo de la habitación con mi libro en una mano y mi teléfono en la otra. Doy dos toques en la puerta de mi media hermana y abro, encontrando las cortinas tiradas en el piso de la alcoba, la cama a medio voltear, el closet abierto de par en par con toda la ropa de marca, de Elena, en el piso; lo que incluye sus zapatos, y a una desesperada Rávena que cree que su hija sigue siendo casta y planea protegerla hasta el matrimonio.Cómo si eso fuera posible. Hazme el favor.Pongo mis ojos en blanco y extiendo mi teléfono.—Estoy tratando de hablar por teléfono con Chad, y tus gritos me lo impiden, mami —digo para fastidiar.Ya han pasado tres semanas desde que pasó lo que pasó en el hospital, y decidimos que frente a papá trataríamos de llevar las cosas en paz. Actualmente está dormido en su alcoba, sedado para lidiar con el dolor de las cirugías.Rávena me mira mal, como si quisiera arrancarme el cabello. Sin embargo, se detiene en seco al ver que la puerta de la habitación
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