[CONTINUACIÓN]

—¡Feliz día de mudanza! —gritó Difer, mostrando un par de enormes globos con la inscripción escrita y bien remarcado en dorado que decía: "Feliz mudanza". Pero al oirme resoplar sin ningún atisbo de emoción, los bajó y me miró confundida con su entrecejo levemente fruncido, empujando la puerta de aquel departamento con apariencia ambigua —. ¡Wow! Esa no es la cara que esperaba ver en tu primer día como alma libre. En especial porque al fin te vas a librar de esa horrible madre que te cargas y estaremos más cerca.

—No es mi madre —la miré de reojo, acomodando un par de cajas sobre la mesa, cubierta con un manto blanco —. Ni siquiera lo digas frente a ella porque le dará un ataque.

Difer sonrió malévola.

—Entonces lo diré más seguido —afirmó.

Por un segundo casi hace que sonría, pero el intento fue en vano. Nada podía hacer que aquello mejorara.

—¿Entonces? ¿Qué más pues? ¿Qué es lo que te molesta?.

No quería ni recordarlo.

Aún no entendía por qué papá me había hecho esto