24. Solo hay una cama
Lana no supo si temblaba de frío o por lo que acababa de pasar pero su cuerpo vibraba como si un rayo la hubiera atravesado por dentro. Eryx, en silencio se apartó de ella con una expresión tensa y el ceño fruncido. La observó de arriba abajo, su mirada rasgando su piel como fuego contenido, apretó la mandíbula, intentando contener la tormenta que aún hervía dentro de él. La rabia seguía palpitando en sus venas, mezclándose con un deseo que no había querido reconocer durante demasiado tiempo. Sin embargo, cuando sus ojos se posaron en ella, temblando frente a él, interpretó aquella reacción como frío, no como lo que realmente era.—Estás temblando —gruñó con tono rudo—. Ve a ducharte, cachorra. Estás empapada —ordenó con voz grave y cortante, como si eso pudiera apagar el fuego que lo consumía.Lana lo miró con sorpresa, como si no esperara aquella instrucción.—¿Una ducha? —murmuró sin saber si debía tomarlo como una burla o como un gesto de compasión.—Haz lo que te digo —gruñó des
Leer más