Los fuertes golpes en la puerta los hicieron separarse. Rubí casi agradeció esa intervención, aunque al identificar la voz de la persona que gritaba enloquecida, se arrepintió al instante.—¡Rubí, sal ahora mismo de ahí! ¡Rubí!«¡Era la voz de su padre!», después de tanto tiempo finalmente volvía a escucharlo, el solo pensamiento casi la hace sonreír. Sin embargo, su tono, ese tono que solamente utilizaba cuando hacía algo muy malo, le asustó de inmediato.—Es papá —musitó bajito, deseosa de esconderse en algún lugar.—¡No lo repetiré, si no sales ahora mismo, derribaré la maldita puerta! —bramó encolerizado.—Quédate aquí —dijo Eros, encaminándose a la salida para encarar al hombre.Rubí se asustó más. Ya conocía sus métodos para resolver los problemas. —No, no. No te involucres en esto. Yo… —miró a su alrededor, tratando de idear un plan—. ¿Tienes algo que pueda ponerme?Eros no pareció muy convencido de esto, pero buscó su maleta, la abrió y entonces sacó una chaqueta. Ella rápida
Ler mais