Se veía su mano grande y fuerte apretando la curva de su cadera, atrayéndola hacia sí. Se veía la otra mano de Rubén subiendo hacia el cuello de ella, en un gesto que parecía de pura posesión, de deseo incontenible.Cristina se llevó una mano a la boca para ahogar un grito. Las lágrimas brotaron de golpe, calientes y dolorosas, nublándole la visión, pero no podía dejar de mirar. Estaba hipnotizada por el horror.La mujer del video —cuyo rostro Cristina no lograba identificar del todo por el ángulo y el cabello revuelto, aunque intuía que era joven y hermosa— se inclinó sobre él.—Te amo, Rubén… —La voz de la mujer salió del altavoz del teléfono, susurrada, ronca, cargada de una intimidad obscena.Y luego, el beso.Cristina vio cómo la mujer besaba a Rubén, y cómo él, lejos de apartarla, parecía fundirse en el contacto. Escuchó un gemido bajo, grave, proveniente de la garganta de él. Un sonido que ella conocía. Un sonido que él había hecho con ella en sus momentos más privados.El mun
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