Capítulo 29. Una nueva oportunidad para amar
		
Capítulo 29. Una nueva oportunidad para amarEl cuarto estaba en penumbra, iluminado solo por la lámpara de aceite que Calioppe había dejado encendida. La voz de Kika aún vibraba en el aire, áspera, amarga, llena de recuerdos que quemaban. Había narrado con crudeza lo que las criadas sabían, lo que nunca dijeron en voz alta porque en esa hacienda, las verdades peligrosas se pagaban con castigo o silencio perpetuo.Olivia permanecía sentada, los ojos abiertos como platos, la respiración entrecortada. Sentía que todo a su alrededor giraba: Estrella, Damiana, Dante… un pasado tejido con hilos de traición y sangre.— Eso, patrona — dijo Kika, con voz queda —, queda siempre entre las sirvientas, sobre todo en esa casa… que lo que se escucha, allí debe morir.Olivia no respondió. El estómago se le revolvía, una ola de náuseas la subió hasta la garganta. Se puso en pie de golpe, apartó la silla con un chirrido y salió corriendo hacia el baño. Apenas alcanzó a sostenerse del borde antes de vom
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