Samuel frenó de golpe frente al Hospital Central, pero Hyden apenas notó el movimiento. No esperó a que el vehículo se detuviera por completo; salió casi corriendo, con las manos temblorosas y el corazón golpeándole el pecho con una fuerza desconocida. Nunca había sentido miedo. Preocupación, sí. Ira, también. Pero miedo real, ese que te corta la respiración… ese que hace latir tan rápido y tan fuerte tu corazón que sientes que en cualquier momento puedes colapsar. Ese era un sentimiento nuevo. No podía dejar de pensar, una y otra vez, en Paula. Aunque era consciente de que Carolina también podía estar grave, su mente y su corazón no podían pensar en nadie más que en la mujer con la que estuvo casado tres años. ⸻ Sandra lo vio llegar desde el pasillo y corrió hacia él, con la ropa manchada de sangre. —Hyden… —su voz se quebró—. ¡Hyden! Él se detuvo frente a ella, sin aire. —¡Maldito! ¡Todo esto es tu culpa! —Lo golpeó tantas veces como pudo en el pecho, y él si
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