Marina entra en la panadería, cruzando el ambiente tranquilo, casi vacío a esa hora, y su mirada se dirige de inmediato a la cocina. Al entrar, encuentra a su padre sentado a la mesa, sosteniendo un vaso de agua, con los hombros levemente encorvados y el semblante abatido.— ¡Papá, llegué! —anuncia con voz suave, mientras se acerca.Su padre levanta los ojos, visiblemente sorprendido por la presencia de ella tan temprano. Intenta disimular el cansancio con una breve sonrisa, pero Marina nota la fatiga en su mirada que no logra ocultar.— Hola, Mari, no sabía que llegarías tan temprano —dice, esforzándose por levantarse de la silla con firmeza.— ¿Por qué tienes esa cara? Parece que pasó algo —insiste ella, preocupada.José suspira y, con una sonrisa cansada, se pasa la mano por el rostro.— No es nada, querida. Solo estaba descansando un poco. Hoy fue bastante movido… viernes, ya sabes cómo es —explica, intentando aliviar la tensión en su rostro.Marina observa a su padre, pero ve que
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