Clara caminaba de un lado al otro del salón con el bebé en brazos, lo movía de forma constante, casi frenética, como si ese vaivén fuera lo único que evitaba que ella misma se desplomara.El pequeño llevaba rato llorando sin descanso, su llanto era agudo, desesperado, y cada sonido parecía rasgarle los nervios. Clara apretaba la mandíbula, respirando con dificultad mientras intentaba mantener el ritmo.—Por favor, por favor… cállate ya… —susurraba entre dientes, con los ojos brillosos y agotados—. Solo un minuto… dame solo un maldito minuto para pensar…El bebé no respondía; seguía llorando con la misma intensidad, su cuerpecito temblaba del enojo o incomodidad y su rostro se ponía cada vez más rojo. Clara movió el pie con ansiedad, marcando un ritmo irregular contra el piso, como si eso pudiera ayudarla a recuperar control.Su mirada iba de la ventana a su celular, al bebé, y luego a su madre. Una y otra vez.Larissa estaba sentada en el sofá, algo encorvada, con las manos entrelazad
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