Capítulo 77. La firma del contrato.
Amy EspinozaPor un instante, Gabriel guardó silencio. No de incomodidad, sino de una paciencia calculada. Luego, su expresión se suavizó.—Amy —dijo despacio, como si eligiera cada palabra—. En esta empresa, ni siquiera el dueño regala un lugar en un escenario. Si no tuvieras el talento, ni Maximiliano ni nadie podría sostener esta propuesta.Quise creerle. Una parte de mí lo hacía. Pero otra, la que había pasado años dudando de su propia voz, se resistía.En ese momento, sentí el movimiento de la puerta. Un roce, un perfume familiar.Maximiliano entró sin prisa, impecable en su traje gris, como si el estudio fuera otra de sus oficinas. Nuestros ojos se encontraron y, durante un segundo, mi corazón latió con fuerza.—¿Qué ocurre? —preguntó, con esa calma, que es casi una orden. Su mirada saltó de Gabriel a mí.El director artístico se giró hacia él, sin perder la compostura.—Le he comunicado a Amy que estamos listos para comenzar su etapa de presentaciones y grabación. —Luego, con u
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