Muchas las personas que iban y venían por las calles de Stone Valley, saludaban efusivos a Waldo. Todos ellos tenían las miradas amarillentas, los colmillos afilados, los pechos inflados ¡¡¡eran lobos!!! Nos detuvimos en un puesto de comida rápida, en una esquina, donde atendía una mujer entrada en años con una pañoleta sujetando sus pelos, Llevaba guantes quirúrgicos y un mandil impecable. -Dos sanguches de venado, Carmen, y café bien calientito-, le pidió mi enamorado. -Ella es Carmen, una de las pioneras de Stone Valley. Yo aún era un lobezno y Carmen ya estaba en su puesto, regalando sonrisas-, me dijo Waldo acariciando el mentón de la mujer. -Qué cosas dices, Waldo, me haces sentir vieja ja ja ja-, reía coquera la mujer y le vi los colmillos largotes, puntiagudos, enormes como sables. -¿Tu novia es lobo?-, me miró, después, Carmen, asombrada. -Sí, por la vía paterna-, él ya sabía mi historia. -Pues tienes una novia muy hermosa, Waldo-, me halagó Carmen mirándome d
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