Los rayos del sol que se colaban por la pequeña ventana del dormitorio, le daban de lleno en la cara, despertándola por el calor en el rostro. Todo el cuerpo le escocía, los miembros le pesaban y le dolía un poco la cabeza. Miró a través de la ventana el cielo azul de otro día. Un día que, seguro, no tendría nada de satisfactorio A pesar de regresar a la que siempre fue su casa, a su rutina y su vida, ella se sentía diferente. Nada podría volver a ser igual. Lentamente, se levantó, se dio cuenta de que además del dolor físico, otro que no podía precisar la embargaba. Un aturdimiento. Tristeza, pero ¿por qué?Agradeció el agua fría y reconfortante en el rostro que se llevó parte de su lamentable estado anímico. Se vistió con su uniforme de entrenamiento y salió fuera de la habitación. Debía presentarse ante el concejo de la Orden. Exhaló con fuerza y apretó los párpados en un intento por llenarse de valor antes de caminar a la sala redonda. Tenía que dar la cara ante los líderes y ex
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