El llanto del viento golpeaba el estacionamiento como si también estuviera desesperado.Las luces del restaurante abandonado iluminaban apenas una parte del asfalto, lo suficiente para que Emma viera la sangre caliente manar del costado de Alejandro, empapando su camisa, sus manos… y su alma entera.—Alejandro… amor… —murmuró ella, con la voz rota—. No me hagas esto… por favor, mírame…Él no respondía.No abría los ojos.No hacía ningún gesto para demostrar que aún estaba allí, atrapado entre el dolor y la inconsciencia.El frío de la noche empezó a morderles la piel.Ricardo, apoyado contra el auto, respiraba con dificultad. La sangre que manaba de su herida se mezclaba con la tierra.La niña desconocida, descalza, temblaba a pocos pasos, abrazándose a sí misma como si estuv
Leer más