—No seas tonta, yo siempre estaré para ti. Le prometí a Doménico que los cuidaría y aunque sea desde el cielo seguiré cumpliendo mi promesa…El llanto ya no me dejaba hablar, cuando escuché que la puerta se abría y era el doctor Malory quién entró.—¿Y este muchacho tan guapo?—Ho… hola. Soy Nathan Malory, vengo a revisar sus signos.—¿Otro matasanos? ¡No, por favor!— ambos esbozamos una sonrisa y mi viejito puso su cara de enojo, aunque sabía que era una broma.—Sigan tranquilos, hagan como que yo no existiera.—Oye matasanos ¿Mi nieta te parece hermosa?—Vecchietto…—Solo pregunto…—Sí, don Enrico, es muy hermosa— trágame tierra por favor.—Pero ella está comprometida—dice mi viejito y el doctor Malory abre sus ojos como platos.—No es lo que usted cree doctor—digo con la cara roja como tomate.—Pues claro que no, ella tiene un compromiso con mi pequeño Nicco, están muy enamorados— dice y le guiña un ojo al doctor.—¿O sea que tengo competencia?—Y una muy fuerte.—¡Rayos!—Ey, ya
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