El sol se filtraba tímidamente por la ventana, pintando franjas doradas sobre el suelo de madera. Bianca se revolvió entre las sábanas, sintiendo el peso del cansancio —no físico, sino emocional— que la seguía desde la noche anterior. La cama era su refugio, un lugar donde podía esconderse de la realidad, de los pensamientos sobre el trabajo, sobre Eric Harrington. La tentación de quedarse era fuerte, pero la culpa era aún mayor. No podía desperdiciar un día, no con sus hijos. Se incorporó, estirando los músculos doloridos, y decidió que, por hoy, la escuela podía esperar. Ya le había avisado a Julia para que se tomara el día libre, un pequeño gesto para asegurarse de que nadie la molestara. Después de dejar su teléfono a un lado, se dirigió al baño. Mientras el agua caliente de la ducha caía sobre su cuerpo, intentó, sin éxito, alejar la imagen de Eric de su mente. Sus ojos, su sonrisa sarcástica, su voz… todo se le venía encima. Buscó desesperadamente una vía de escape, algo en lo q
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