El campo de batalla era un tapiz de silencio y muerte. El sol, ahora alto en el cielo, iluminaba una escena de carnicería. Cuerpos de guerreros de tres tribus yacían entrelazados en la tierra ensangrentada. Los cuervos ya comenzaban a congregarse en las ramas de los árboles, pacientes heraldos de la descomposición.En medio de todo, los vencedores se movían como hombres en un sueño. Los Yuu Nahual, aturdidos por haber sobrevivido, buscaban a sus hermanos caídos. Los guerreros Jaguar, con la sed de sangre ya saciada, recogían sus armas con una sombría satisfacción. Y losKoo Yasi, el temido Pueblo de la Serpiente, estaban arrodillados en el centro del claro, cientos de ellos, sus armas en una pila inútil, sus rostros una mezcla de derrota, miedo y una extraña expectación.Nayra, Itzli e Ix-Kuk se encontraron junto al
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