—¡Joder! —jadeo, y me gano otro azote—. ¡Nick!Apoyo la frente contra los azulejos y mi aliento empaña de vaho la superficie negra y brillante.¿Cuánto tiempo se va a pasar así? ¿Cuánto tiempo va a hacerme sufrir? Entonces tira de mis caderas, me arranca las bragas y me la clava. Grito, sorprendida ante la repentina invasión, pero él permanece en silencio, ni siquiera jadea, ni siquiera tiembla un poco. Se aparta despacio y se queda quieto un instante antes de embestirme de nuevo. Se me tensa el estómago, la cabeza me da vueltas y mi frente va de un lado a otro por los azulejos. No sé qué hacer. Vuelve a penetrarme, rápido y sin piedad, y grito pero la música ahoga los sonidos que salen de mi boca. Se retira, despacio, y su mano abandona mi cadera y se desliza por mi cuerpo hasta que me toma por la nuca. Me gira el cuello para que vuelva la cabeza y entonces arremete contra mi boca. Gimo aceptando el beso y deleitándome con la familiaridad. No me da ni la mitad de lo que necesito. Sól
Leer más