—¿Qué te dije que iba a hacer, Addison? —pregunta con un gruñido mientras me penetra con furia de nuevo.No puedo hablar. No me queda aire en los pulmones, y él se mete tan adentro que mi cerebro ha entrado en cortocircuito. No es capaz de ningún proceso cognitivo y mucho menos de hablar.Repite el movimiento que me ha dejado sin sentido.—¡Contéstame! —ruge, y vuelve a darme un azote en el culo.—¡Gritar! ¡Dijiste que ibas a hacerme gritar! —Me atraganto con las palabras cuando vuelve a penetrarme.—¿Estás gritando?—¡Sí!Ruge y vuelve a embestirme, una y otra vez, y otra, y otra vez más, y yo entro en órbita.—¿Te gusta, nena?¡Joder, sí! El escozor de los azotes y de su polla incansable me han llevado a un nuevo y desconocido nivel de placer.—¡¿Dónde vives, Addison?! —grita con otra estocada brutal.Quiero llorar. Quiero llorar de sorpresa, llorar de dolor, llorar de felicidad... Llorar de placer puro y duro. Mi cerebro está totalmente colapsado y mi cuerpo se pregunta
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