Cuando llegamos al coche, me da la vuelta y me empuja contra la puerta. Su frente encuentra la mía y nuestros alientos, profundos, se funden en el escaso espacio que separa nuestras bocas. Su erección resulta dolorosamente dura contra la parte inferior de mi abdomen.Por Dios, lo quiero aquí y ahora. Me da igual si a la gente le da por mirar.—Voy a follarte hasta que veas las estrellas, Addison. —Su voz es áspera cuando mueve las caderas contra las mías. Lanzo un gemido—. Mañana no vas a ir a trabajar porque no vas a poder ni andar. Sube al coche.Lo haría, pero ya me cuesta andar. El suspenso me ha dejado inmóvil.Pasan unos segundos y sigo sin poder convencer a mis piernas de que se muevan, así que me aparta, abre la puerta y, con cuidado, me deposita en el asiento del copiloto.Nuestro viaje de vuelta al Gramur es el más largo de mi vida. La tensión sexual que reina en el coche es realmente insoportable y Nick se pone casi violento cuando un conductor dominguero le bloq
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