GraciaParpadeé hasta abrir los ojos y un techo blanco familiar apareció ante mi vista.Todo se sentía como una pesadilla, nunca salí de esa habitación, Lucía nunca regresó, nunca conocí a Tristán, y Esteban no me traicionó.Fue una pesadilla y ahora estaba despierta.—Señora, ¿cómo se siente?Una voz rompió mi ensimismamiento y mi corazón también se hizo pedazos.Dirigí la mirada hacia Elena, quien estaba parada a mi lado, observándome con preocupación.—¿Por qué estoy aquí? —Pregunté con voz ronca.—El señor la trajo de vuelta. Estaba sangrando e inconsciente, así que llamó a una doctora para que la atendiera. —Me informó cortésmente.Apreté la mandíbula, así que Esteban se salió con la suya al final. Me secuestró sin importarle nada en el mundo.—Está bien, señora. No es inusual sangrar...—¿Por qué? —Murmuré, dirigiendo la mirada al techo otra vez.—No entendí su pregunta, señora.—¿Por qué le dijiste a Esteban que tomé píldoras del día después? Sabes que nunca hice eso, —Susurré.
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