Florencia – Refugio subterráneo de Marco – Horas después.La noticia cayó como una bomba. Marco estrelló un vaso contra la pared, haciendo que los fragmentos de cristal volaran por toda la sala de reuniones subterránea.—¡ROCCO ESTÁ FUERA DEL JUEGO! —rugió, con los ojos inyectados en sangre.Rubí, con su chaqueta de cuero rojo oscuro, se mantuvo de pie en el extremo opuesto de la sala, los brazos cruzados y el rostro imperturbable, aunque sus pupilas revelaban una alerta silenciosa. Paolo, aún con heridas en el rostro, sentado en el borde de una mesa, bajó la mirada.—¿Y tú? —Marco se giró hacia Rubí, caminando con paso amenazante—. ¿Quién te dio permiso para mover piezas sin avisar? ¡¿Quién carajos te crees que eres?!—Me creo alguien que aún tiene visión —respondió Rubí con frialdad—. Mientras tú te revolcabas en tus paranoias y fantasmas, yo me aseguré de que Paolo no cayera en manos de Greco. Él puede ser útil.Marco levantó la mano, furioso, con intención de golpearla.—¡Una trai
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